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Cierra Vine, tiembla Twitter

El formato vídeo en las redes sociales está en pleno auge. Es entonces cuando nos preguntamos ¿Que es lo que ha llevado a Twitter a anunciar el cierre de Vine?

Escrito por Vicente Sánchez Jorreto nov 02 2016 10:19

Instagram Stories y Snapchat son la última y máxima representación de la evolución de la necesidad del ser humano de compartir su día a día con su entorno más o menos cercano. Pero, ¿dónde empezó todo? En Vine, una plataforma que limitaba la duración del contenido con el objetivo claro de convertirse en un entorno divertido y usable donde los usuarios pudieran crear y compartir momentos únicos.

 

Y es que es paradigmático como Twitter anuncia el cierre de Vine en pleno esplendor del formato vídeo en entornos sociales. Algo impensable hace pocos años cuando la aplicación de vídeos cortos crecía en usuarios casi cuatro veces más que Instagram o WhatsApp. Algo impensable cuando Vine alcanzó su cúspide en agosto de 2014, momento en el que el 3,6% de los usuarios de Android en Estados Unidos usaban la aplicación al menos una vez al mes. Entonces, ¿qué ha pasado? Luces, cámara… ¡acción!

 

Formato limitado, solución espinosa

Una de las razones que hicieron despegar a Vine allá por el 2013 fue el formato. Contenidos de corta duración (6 segundos) que permitían al usuario repasar de forma rápida su timeline. Pero si el usuario ganaba minutos con esta limitación temporal, los creadores de contenido (denominados ‘viners’), los verdaderos protagonistas, se enfrentaban al reto de concentrar toda la viralidad posible en tan corto espacio de tiempo. Instagram ha comprendido que el tiempo es oro y cómo la viralidad (audiovisual) se cocina a fuego lento, sin cortapisas temporales (a mediados de año anunció que permitiría que sus usuarios compartieran vídeos de 60 segundos).

 

El enemigo estaba en casa

Diferentes analistas coinciden en la falta de adaptación y comprensión como principales causas de una muerte tan repentina e inesperada. Falta de adaptación por mirar hacia otro lado cuando plataformas evolucionadas como Snapchat apostaban por la posibilidad de poder customizar los contenidos, integrando filtros, stickers o texto. Falta de comprensión por no entender que el principal motor de prescripción de una red social son los creadores que día a día dotan de contenido de la misma. Creadores o viners que se vieron obligados a emigrar a otras plataformas que les facilitaban el proceso creativo de sus obras audiovisuales. Estos creadores a disgusto migraron de forma masiva audiencias de una plataforma a otra. Qué más da dónde, cuando se puede disfrutar del cómo.

 

¿Todo por la pasta?

Cuando hablamos de los verdaderos protagonistas de una red social (los generadores de contenidos), no hay que olvidar que toda creación tiene un precio. En este caso, ‘qué más da dónde, cuando lo importante es el cuánto’. Y es que Vine, por sus características y limitaciones temporales, dificultaba ya no solo a los viners crear contenido, si no a las marcas comerciales poder firmar acuerdos con estos generadores. Ante tal escasez monetaria y de acuerdos con las principales marcas del sector, la ley de la oferta y la demanda ha hecho que al creador poco le importe pasar de una plataforma a otra con el objetivo de generar ingresos, llevándose a su audiencia de la mano. Gala González (@galagonzalez), líder digital en el mundo de la moda y el lujo, reconocida a nivel mundial, hace poco tiempo declaraba en la revista ‘Yo Donna’ que “yo no soy bloguera, yo influyo en la gente”. La pregunta es sencilla, ¿cuánto vale la influencia?

 

Vine ha empezado su declive desde el mismo momento en que otras plataformas como YouTube han comenzado a atraer a sus usuarios más influyentes y Snapchat e Instagram comprendieron al usuarios amoldándose a sus demandas. Aunque intentaron retrasar la fecha de defunción de un producto sentenciado ofreciendo nuevas funcionalidades (ampliación del límite de 6 segundos hasta unos considerables 140 segundos en fase beta) o adquiriendo la plataforma Niche (que permitía a los usuarios más influyentes conectar con marcas comerciales), todo intento ha sido en balde. Era ya demasiado tarde.

 

De ‘pareja estable’ a ‘relación complicada’

Quién iba a pensar que todo acabaría así. Allá por 2012 Twitter anunciaba la adquisición de Vine con el objetivo de dar respuesta a uno de los principales problemas que arrastraba la compañía: su dificultad para almacenar contenido multimedia. Tiempos felices donde uno de los fundadores de Vine, Dom Hofman declaraba que “como ellos, queremos hacer que sea fácil descubrir qué está pasando. Solo que cambiando los 140 caracteres por seis segundos”.

 

Pero detrás de tanto cumplido, se escondía una relación difícil de encajar. Vine nunca ha terminado de sentir los colores de Twitter. Otras plataformas han sabido encontrar su espacio propio tras darse el ‘sí quiero’ (Facebook & Instagram por poner un ejemplo) y sin embargo ni Twitter ni Vine han conseguido dotar de viralidad a su contenido. Viralidad, sí, el Santo Grial.

 

Para Twitter, compañía presidida de nuevo por Jack Dorsey (@jack), el cierre de Vine (con los socios fundadores fuera de la compañía) quizá sea uno de sus problemas menores. Doresy se da por vencido con Vine, reconoce la derrota y que el foco de la empresa se dirige hacia la información y al entretenimiento en tiempo real. Y la pieza de Vine no encaja en esa ecuación básicamente porque no aporta ingresos.

 

Gigante con pies de barro

Tras el cierre de Vine, muchos analistas del sector se preguntan si este anuncio es un reflejo del futuro a corto plazo que le espera a Twitter. La red social norteamericana no ha tenido más remedio que reconocer públicamente una profunda crisis anunciando el despido del 9% de su plantilla tras unas pérdidas de 93 millones de euros en el último trimestre.

 

¿Razones del descalabro histórico de un gigante social que revolucionó el mundo de la comunicación? Aunque inesperado para muchos era previsible para algunos. Tras llegar a crecer hasta los 250 millones de usuarios, expertos consultados consideran que la salida a bolsa de Twitter fue el detonante de su profunda crisis, perdiendo 15.000 millones de dólares en valor de marca en un último año donde sólo ha conseguido 20 millones de nuevos usuarios.

 

Y sin embargo la gran esperanza de Jack Dorsey (que fue despedido en 2008 antes de volver como CEO permanente) era que la salida de la compañía a Bolsa supusiera la llegada de ofertas de compra por grandes emporios como Google o Disney. Pero con pérdidas cercanas a los 400 millones de dólares al año, es probable que Twitter fuera considerado una opción muy cara para los posibles compradores.

 

Esperamos que Dorsey o que algún futuro inversor den con la tecla de la estabilidad. Ya se están barajando varias ideas para aumentar a la desesperada el volumen de usuarios y la rentabilidad de la compañía, como eliminar su mayor seña de identidad: la limitación de 140 caracteres. Para millones de usuarios en todo el mundo sería dramático observar como el altavoz de la sociedad en los grandes hitos acontecidos en el los últimos años (el Reencuentro de Operación Triunfo, la Primavera Árabe o los atentados de París donde se publicaron 17 millones de tuits), se apagara de forma paulatina.

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